Alicia, Álvaro, Jesús y yo (Manoli), habíamos planeado subir a Cantabria para hacer algo de espéleo y pasar allí el puente de diciembre. Al final también se animaron Dani, Azahara y Víctor.
Álvaro y yo teníamos muchas ganas de ver la Sala Blanca de la sima Txomin IV, así es que, fue una buena propuesta que les gustó a todos, ya que la aproximación a pie es corta y amenazaba lluvia.
El viernes por la tarde preparamos todo el material y ensacamos las cuerdas, así el sábado nos podríamos levantar pronto y ganar tiempo. Jesús al final se cayó del plan.
Por la mañana, nos repartimos en dos coches y pusimos rumbo a Lanestosa. Pudimos dejar los coches muy cerca de la boca.
Al llegar, había una furgoneta vieja con la puerta lateral abierta, y eso nos dio pie para reírnos un rato comentando que podríamos usarla de cambiador por si a la salida llovía. En el lateral de la puerta ponía algo así como “ Atoppe birras” y os podéis imaginar que el chiste fue fácil: “ A tope de birras” para después de la cueva… !Soñar es gratis!…
Una vez ya preparados, subimos una corta cuesta que nos condujo a la entrada de la mina.
El recorrido por su interior es muy cómodo, ya que, exceptuando algún paso bajo, la mayoría del tiempo puedes ir andando y hablando con los compañeros.
Dejamos la mina y accedimos a la sima por una entrada situada a mano izquierda y tras una fácil trepada nos situamos en el caos de bloques del majestuoso P235. Un pasamanos descendente nos permitió rodearlo y nos condujo hasta la cabecera del primer pozo, un P20.
En su base hay una sala que nos permitió estar todos juntos durante la espera para descender el P110. La cabecera del soberbio pozo es volada, al igual que algunos de sus tramos. La ventaja es que estaba bastante fraccionado y esto agilizó mucho su descenso.
Cuando terminamos de bajar todos, comimos y enseguida cruzamos la gran sala hacia la Sala Blanca. Accedimos a ella descendiendo un P18, cuya cabecera, como podéis apreciar en las fotos es muy bonita, adornada con excéntricas que preludiaban la belleza de lo que en breve íbamos a contemplar…
Seguimos descendiendo por un estrecho destrepe que en algunas ocasiones se hacía muy angosto y por fin llegamos. No puedo describiros la sensación al ver algo tan bonito. Podéis haceros una ligera idea viendo las fotos. La blancura que nos rodeaba era de tal magnitud, que parecía que estábamos en la Antártida. !Y qué formaciones más bonitas! Las palabras para describirlo son INCRÍBLE Y MARAVILLOSO.
Ahora tocaba volver, y… subirse el pozaco de 110m. La subida se nos dio bien y no hubo mucho tiempo de espera gracias a los fraccionamientos. Cuando salimos, llovía un poco y hacía bastante viento, con lo cual, agradecimos mucho estar tan cerca de los coches. Víctor no pudo resistir la tentación de meterse dentro de la furgoneta para jugar un rato y para cambiarse entre todos los trastos que tenía. Pero las birras NO las encontramos, je, je, je.
Una vez de vuelta ya en la casa, calentitos, recordamos todas las anécdotas mientras cenábamos.
Vaya desastre. Recuerdo cuando era blanca de verdad. Pero en esa época no pisábamos todo manchandolo con barro para sacarnos 4 fotos.
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Vaya desastre. Recuerdo cuando era blanca de verdad. Pero en esa época no pisábamos todo manchandolo con barro para sacarnos 4 fotos.