Travesía Sil de las Perlas – La Covona (Valporquero de Torío) 12 -14 de julio 2024. Espeleoclub Viana


Carmen a contraluz en la boca de la Covona

Teníamos ganas de repetir la preciosa y disfrutona travesía de Sil de las Perlas – La Covona, en el leonés pueblo de Valporquero de Torío. No desmerecen los parajes exteriores, de la belleza geológica que esconde en su interior el sistema de Valporquero: multitud de formaciones, zona de captación fósil y activa muy concrecionada, zona de excavación vadosa activa y un largo etcétera.  Los que conozcáis el sistema, sabéis de lo que os hablo, y los que no, ponedlo en «lista de deseos», porque de verdad merece la pena. A todo esto se le une, la sencillez técnica de la actividad y la excepcional instalación de todos los descuelgues. 

Con lo ya dicho , podéis  imaginar que había expectación con la actividad y como nos suele ocurrir últimamente, no conseguimos montar un plan con menos de quince asistentes. Pues bien, esta vez hemos sido dieciséis. Con una «multitud» no parece sencillo organizar bien un plan de estas características, sin embargo en Viana vamos adquiriendo experiencia, más nos vale, y como siempre nos ha salido una actividad redonda.

Tomamos como «base camp» el camping de Vegacervera,  y en concreto uno de sus bungalós  y aledaños, que es una opción más que recomendable.

La noche del viernes nos instalamos, cenamos y preparamos los equipos de ataque. No muy tarde, todo el mundo a la cama y en impaciente espera de la actividad.

A la mañana siguiente, tras desayunar en condiciones y dejar un par de coches junto al río Torío, subimos todos al parking de la Atalaya para vestirnos de romanos, neopreno incluido.

Todos en la Atalaya

Desde ahí, y ya equipados, todos por la senda evidente y muy marcada, a la boca del Sil de las Perlas. Allí, como suele ocurrir todos los fines de semana, llevábamos tres grupos por delante y hubo que esperar.

 

Almu y Yayi en situación de espera

Dani y Diego, también en la espera

Eva, Patri y Jorge, en la misma situación, pero felices

Por fin, Chechu, Alejandro, Moni, Miguel, José y Carmen tiran para abajo con intención de montar en doble la totalidad de los rápeles del Sil, bajarlos por parejas (de dos en dos) y sería el segundo equipo, que también bajarían por parejas, los encargados de ir desinstalando. Nuestro equipo de cabeza llega al descuelgue del pozo de la Campana (el del Púlpito) y se dan cuenta de que un grupo está atascado, con un miembro al borde de la extenuación bloqueado, a mitad del volado, con una cesta en un nudo. El equipo intermedio entre «incidentados» y nosotros, no sin esfuerzo, consiguen dejar al atascado en el suelo. Este pobre hombre estuvo colgado media hora, de la cual, diez minutos fueron boca abajo. En el suelo, sin aliento, y al borde del colapso, fue animado por sus compañeros y los nuestros.

Chechu subió sima arriba (suele hacerlo por un motivo u otro en todos los planes) para avisar al pelotón de cola y movilizar al Socorro Castellano Manchego, cuyo bastión alcarreño se encontraba allí en un 50%. Ni que decir tiene que Diego, Chechu, Dani, Jorge, Eva y yo mismo (cocinero del socorro) nos pusimos manos a la obra y sacamos, dirigidos por Diego, al «incidentado» a la superficie sin que ayudara en ninguna maniobra. Ya en la superficie, con la luz del día y el viento leonés, fue recobrando el tono y lo que pudo ser un drama, se estaba barajando el llamar al 112, no pasó de la mera anécdota.

En la base del pozo de la Campana,  junto al Púlpito, y momentos antes de proceder a la extracción

Dejando ya el asunto de del rescate de lado, esto nos sirvió para dejar por delante al equipo de cabeza y que fueran ellos equipando con calma y sin tapones el resto de la sima, hasta su conexión con el curso activo. Alejandro dirigió la instalación hasta el fondo.

Bajando al Púlpito

Contaré mis impresiones, en el equipo de cola, dejándome a los que llevaba adelante: Yayi, Almu, Carmen, José, Miguel, Moni y Alejandro, a los que no vi hasta la salida. En el equipo de cola íban Diego, Chechu, Eva, Jorge, Montse, Patri, Dani y Pepe.

Comenzamos a bajar y el último fue desmontando y bajando en doble. Como elemento curioso y gracioso os cuento que a Chechu se le atascó una bota en el paso estrecho, donde comienzan las verticales concatenadas, en la sala del Lago. Tuvo que sacar el pie, y aún así tardó un ratillo en hacerse con su magnífica bota de barrancos.

Chechu desincrustando su bota de la grieta

Eva en el paso estrecho (en el que todo el mundo cabe perfectamente)

Miguel en el mismo paso

Desde allí, los rápeles son continuados y solo nos detuvimos para portear sacas de cuerda de los que iban desinstalando las verticales. En el curso activo esperábamos Patri, Montse, Jorge, Chechu y yo a Dani, Diego y Eva que venían desinstalando. Montse, Patri y Jorge salieron río abajo mientras esperábamos a los desinstaladores para  tener las mínimas esperas. De hecho no volvimos a verlos hasta la salida.

Cuando ya bajó Diego, continuamos río abajo a buen ritmo, alternando las zonas horizontales, o bien andando, o bien nadando, con los múltiples rápeles , que le daban un toque divertidísimo a la progresión.

  

Almu en uno de los rápeles

Patri de postureo

El rápel mas largo de la zona activa

Tras los sucesivos rápeles el cañón por el que discurre el río se eleva por encima de los 50 m y se cierra súbitamente. El único punto de escape es el paso de la «M» (su alzado tiene forma de «M»), cuyo punto central, por aguas procedentes de la condensación, está siempre a punto de sifonar.

Chechu en la parte central de la «M»

Tan solo queda ya salir de la cueva disfrutando del bello contraste de la luz del exterior y descender un par de rápeles de 30 y 20 m respectivamente, ya fuera de cavidad.

Preparando un poquito de postureo

Rápel de 30m en la salida

El equipillo, ya de «postcueving»

 

Brócoli, el gran éxito de la cena

Preparando las carnes, que «no solo de verduras vive el hombre«

 

Tras la cena, preparando documentación de la siguiente actividad

 

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