Alicia
A finales del año pasado, en la comida anual del club se planteó, como otras veces, hacer alguna actividad en fin de semana antes de Reyes. En principio iba a ser la Torca de Juanín, pero se cambió por la travesía Caballos-Valle que son palabras mayores.
Quique fue uno de los que animó a la travesía Caballos-Valle ya que era una de las “grandes” que faltaba por hacer, y que es uno de los recorridos integrales más largos del mundo (10,7 km.) con un desnivel de 498 m. Finalmente Quique, resfriado, no pudo asistir.
El viernes 2 de enero por la tarde (después de alguna baja más), nos juntamos nueve en el albergue de Ramales: Alicia, Pedro G., Ángel G., Saúl G. (que cumplía años el día 3 y nos enteramos a mitad de travesía), Diego, Eparco, Guille, Pepe y Miguel.
Unos cuantos comprobaron si salía agua de la boca de la cueva del Valle: No salía agua, por lo que la travesía era practicable.
Más tarde, después de contrastar opiniones diversas sobre la travesía (mientras dábamos cuenta de unos macarrones con chorizo) hicimos dos grupos que entrarían por Caballos, con una hora de diferencia para no interrumpirnos demasiado. El primero formado por Ángel, Pedro, Saúl, Alicia y Diego y en el segundo grupo, Eparco, Guille, Pepe y Miguel. Los segundos llevamos petos de neopreno en las sacas, para usarlos en la zona de marmitas. Finalmente ni los sacamos, ni nos acordamos de ellos. Se confirma que su uso no es necesario.
No madrugamos mucho. Llegamos al cruce del camino con el casón al fondo, en una bonita mañana con temperatura fría pero agradable. Después de prepararnos comenzamos el ascenso entre las vallas. Un cazador del lugar nos indicó que la llegada a Caballos estaba balizada con cinta blanca y roja debido a unas prácticas de la UME con rescate real incluido.
En la aproximación Eparco y Pepe agradecieron haberse puesto los escarpines desde el principio, porque había bastante barro moñigoso.
Se llega en unos veinte minutos y se accede a la explanada de la torca, por una rampa embarrada muy empinada que bajamos como un tobogán, desde ahí se sigue a la derecha por una senda desdibujada de 4 ó 5 metros que nos lleva hacia la cascada de la izquierda, donde hay un manojo de cuerdas para ayudar a bajar hacia el fondo de la depresión, en la que está el bloque bajo el cual se encuentra la entrada a la torca.
Después de una aproximación relativamente cómoda el grupo 1 entró a las 10 y el grupo 2, por la Torca de Caballos a las 11:30. Impresiona verla y da la sensación de que nos va a comer, como la trampa de una hormiga león.
Comenzamos el descenso de casi 300 m y nuestro pequeño calvario porque algunos pozos están muy regados y bajar mientras el agua te cae encima hace que pienses ¡pronto empezamos!.
Los que llevábamos impermeables lo agradecimos porque hay dos puntos en que te llueve “a chorro” sí o sí.
En el grupo 1 Alicia fue la única cabezona que optó por el peto de neopreno, puesto ya desde el comienzo del descenso. No le importaba mojarse y no le resultó molesto hasta llegar al E18 que te deja en la Galería Lógica, si llevas peto recomendamos quitártelo antes de subir. Los demás iban sin neopreno y tampoco se quejaron de frío, ¡en fin! Cada cual sabe lo friolero que es y evalúa su mejor opción.
En el equipo 1, Ángel va en primer lugar instalando, detrás van Diego, Saúl, Pedro y por último Alicia, recuperando cuerdas junto a Pedro. Diego y Saúl se ocupan de ir pasándole las cuerdas ya ensacadas a Ángel (por cierto, para Diego y Saúl ésta es su primera travesía… y ¡¡¡ anda que han elegido una facilita para empezar!!!). Bajamos sin enganches ni esperas. Eso sí, cuando llegas abajo vas completamente calado.
Iba instalando Guille, detrás Eparco, y Miguel y Pepe desinstalando. En el P19 se veía que la cuerda se podía enganchar al recuperar… y se enganchó. Miguel trepó un tramo y al intentar subir el siguiente tuvo que pedir ayuda a Pepe porque la roca era muy lisa y resbaladiza. Pepe subió también para ayudar a trepar a Miguel que, ya en la mitad del pozo, pudo recuperar la cuerda. Aunque el pozo te pide bajar por su izquierda es conveniente bajar por la derecha para recuperar sin problemas, como hicieron los del grupo 1.
Da gusto ver los nuevos P20 y P11 que sustituyen al antiguo P29, el del derrumbe. El ESOCAN de la FCE ha hecho un excelente trabajo, cosa a lo que nos tiene acostumbrados.
Desde la base de los pozos progresamos bastante cómodamente sin saber lo que nos esperaba.
Después de la Sala-Chimenea bajamos el primer tramo de P12 y vemos que la galería transversal es una zona seca y cómoda y decidimos parar a tomar un bocado y darle una sorpresa a Saúl. De pronto aparece Pedro con un bizcocho con velas y…♫ cumpleaños feeeeliz, cumpleaños feeeeliz ♫… todos sabíamos que era su cumple pero nadie dijo nada al respecto, jeje. Pasamos un buen rato con Diego quejándose por la falta de gusanitos naranjas.
Pasado el afluente del Paraíso comienza una sucesión de meandros serpenteantes más o menos complicados pero in-ter-mi-na-bles. Los pasas por arriba, por abajo, te pones la saca, te la quitas, de lado, en oposición… cada uno como puede.
El meandro es durillo pero, a la vez, tiene su encanto ver cómo el agua va lamiendo la roca y consigue unas formas y colores peculiares. No hay que olvidar que en cada paso te juegas los tobillos, con el agua no ves exactamente donde pisas.
Al llegar a las marmitas profundas juegan con ventaja los más altos, pero la situación se invertirá al llegar al los laminadores donde los más bajos progresaremos más cómodamente, si se puede decir cómodo ir a rastras, en cuclillas, a gatas, rodando (gran opción) muchísimos metros.
Aquí el agua llega por encima de la cintura, si no haces alguna inmersión, como le pasó a Miguel que al saltar a una de las marmitas se escurrió y se mojó hasta las orejas. Menos mal que como no paras, no te da tiempo a enfriarte.
Hay un paso, unos tres metros, especialmente estrecho que es preferible pasarlo en oposición para no empotrarte, como le pasó a Pepe. Con esto y con todo quedó claro que la opción más rápida es hacer las menores oposiciones posibles e ir progresando por el cauce del río “a cholón” lo más posible.
Cuando pasas estas primeras penurias y por fin llegas al Colector y a la Galería de las Marionetas, das gracias. Son amplias y cómodas y vas disfrutando de la travesía.
Convenimos con los del primer grupo que nos dejarían una nota en la entrada de la Galería del Papel, en caso de estar tapado el Sifón Temporal. ¡Eureka! no había nota.
Todos como locos al Balcón, tras él el Tobogán y ¡zas! en la base del Tobogán, a la izquierda, asomaba un lago bajo un techo que casi lo tocaba. Nos dijimos con asombro ¿han pasado estos por ahí? Pero sin dudarlo empezó a pasar Pepe gateando, y… ¡concho! se puede pasar sin problemas (al menos más de los que hemos tenido hasta ahora).
Llegados a la Galería Lógica el confort mejora aún más. Una amena conversación sobre la formación de las cuevas, ¿como se ha podido formar esto aquí dentro?, en fin lo típico cuando todo va bien en un plan de este tipo.
En el equipo 1 comenzamos a comentar sobre el Sifón de Barro.¿Qué hacemos?, ¿nos vamos hacia él por la Galería Vasco-occitana y vemos si se puede pasar? O ¿nos vamos a lo seguro por la galería superior?
Decidimos ir a lo seguro subiendo por la cuerda fija del E12 que nos deja a través de una ventana en la Galería de los Gotxos, es una galería muy cómoda y unos 300 mts después, a mano derecha encontramos la cuerda en fijo del P22 que nos baja de nuevo al 2º nivel. Después sabríamos que el grupo 2 pasó por el Sifón de Barro desobstruido.
Seguimos todo recto y tras seguir una cornisilla bajamos un R3. Nos alegra llegar al desobstruido sifón de barro y por fin “el Libro”, considerado este punto la mitad de la travesía y donde se decide cómo continuar, bien por Valle o salir por Canal si lo ves muy chungo.
Nosotros teníamos claro que continuábamos hacia Valle y así lo anotamos en el libro. Pedro y Alicia se asoman al primer pozo de Canal y ven las cuerdas puestas, es bastante probable que la sima esté equipada en fijo.
Después de medio segundo de reflexión y optar por el turrón blando de Canal o por el duro de Valle, decidimos que nos apetece el de Alicante y seguir la travesía por Valle y nunca mejor el dicho “de perdidos al río”. Ahora es cuando comienza la tostada con doble ración de mantequilla, laminadores de todos los colores, que como su nombre indica, te laminan, y si no que se lo digan a Pepe y Alicia por ir sin rodilleras, ¡¡una vez mas!! En el más largo de todos los laminadores, unos 100m, situado entre el P5-P8, como bien dice Epar, el más bajo tiene ventaja, porque puede ir a gatas, pero los que son un poco más altos no podíamos, así que a reptar toca, y como no podía ser de otro modo, … a terminar laminado. Tras este interminable laminador (aquí todo es interminable), un pequeño destrepe te deja en la bonita Sala de la Lluvia. Esta sala te refresca por el agua y el aire que sopla. Después de la Galería de la Luna, otro laminador, llegamos al Sáhara y la Galería Cómoda, que después de lo pasado cualquier cosa es cómoda.
Final de la Galería de la Luna, donde los laminadores comienzan a elevarse un poco.
Un respiro entre laminadores
Entre el Sáhara y la Playa hay una rampa barroso-arenosa que baja unos quince metros con cuerda fija, que no está señalada en la descripción. Después de bajar nos tomamos un descanso de unos 15 minutos que nos supo a gloria. El suelo de la galería es de una arena fina sobre la que da gusto andar. Continuamos manteniendo estos estándares de comodidad hasta bajar a la Galería de la Playa.
La Playa no es más que el punto de encuentro con el río Silencio, que seguiremos hasta la salida por Valle. Comenzamos a seguir el curso del río y nos encontramos con el cañón del río Silencio.
Avanzamos tranquilamente porque todavía queda pasar 4 caos de bloques que son verdaderamente un caos. Hay algunos pasos expuestos para darle vidilla al tema y poder dar gracias después de pasarlos.
Al terminar este caos de bloques llegas a la Galería de las Anguilas, que se cruza pegadito a la pared de la derecha, que es la zona menos profunda y te lleva al último caos de bloques.
El último caos de bloques se empieza a cruzar pasando un ‘arco’ sobre un bloque que te deja a la izquierda de la sala, en una rampa de barro escurridizo por la que se sube a una cornisa más seca que te obliga a progresar a gatas, haciendo oposición con la espalda en el techo y con cuidado de que no se te vaya la saca por la derecha. Debajo tienes unos 15m de torta.
Los del equipo 1 pasaron esta zona por la derecha sin cruzar el ‘arco’. Al principio lo intentamos por allí, pero nos pareció mucho más expuesto que por la cornisa. Es quizá el paso más expuesto de toda la travesía.
Al final del 4º caos nos despistamos. Una flecha blanca inclinada nos lleva a dos reflectantes altos y estos a una cinta que nos hace retroceder, y después de trepar por una cuerda llegamos al mismo sitio, perdiendo una hora o más. Había que seguir entre los reflectantes y no subir.
Ya queda poco, y el “Agujero Soplador”, que en realidad es una grieta, nos anima. Al bajarlo se intuye la luz de la calle. Ya sólo queda mojarnos otra vez hasta el pecho, parece mentira que se agradezca, antes de salir por Valle.
El día era espléndido y ya fuera y después de pasarlas canutas es cuando verdaderamente valoras tu casa, tu cama, tu mujer, tus hijos, tu vida cotidiana… pero mola. Como dijo Luis Miguel Dominguín a Ava Gardner: ¿Dónde vas?, ¡a contarlo!.
Un consejo, si ves salir mucha agua por Valle no te metas.