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Escrito por Julio |
Aprovechando las vacaciones de Semana Santa en Alicante y con ganas de colgarnos de alguna cuerda, arrastrarnos cual gusanos y admirar el paisaje alicantino por dentro Ivan, Noelia y yo (Julio) nos propusimos visitar la sima Avenc Ample, situada en el Vall D’Ebo.
Se trata de una sima disfrutona y bonita, que se puede hacer tranquilamente en media jornada y aprovechar el resto del día para otro plan. Además llegar a ella es fácil y el coche se aparca a apenas 10 metros de la boca. Un panel informativo y con la ficha técnica de la sima y una valla de madera que delimita su perímetro nos indican que hemos llegado.
La boca principal impresiona desde el primer momento y es una maravilla de 25 metros de diámetro y 60 de profundidad con vegetación en las paredes y en el fondo de la sima. Además, en dirección SW tiene otra abertura secundaria de 5×2 metros de diámetro que también desemboca en la misma sala. Como la sima suele ser utilizada como escuela por los clubs de la zona las alternativas para bajar son numerosas. Iván monta la instalación y optamos por una vía situada entre las dos bocas que estaba instalada en fijo con anclajes long life y que tras un par de cortos fraccionamientos te deja en un impresionante volado de unos 35 metros. En pozos más profundos hemos estado colgados pero, esto de hacerlo en plena luz del día y con referencias visuales de la altura a la que estás le da un plus a este.
Hasta el año 2001 la visita a la sima terminaba aquí (bueno, mejor terminarla con un ascenso y vuelta a casa), con alguna formación envejecida pero sin un gran interés en cuanto a espeleotemas, pero ese año miembros del Centro Excursionista de Gandía se decidieron asomar por un agujero que se suponía impenetrable según las topografías de realizadas hasta la fecha y al que se accede tras una sencilla trepada de unos 5 metros, descubriendo la interesante sala que ahora lleva su nombre.
La entrada a la gatera es evidente por lo pisado del terreno. Me eligen como voluntario para entrar el primero por la estrecha galería y, asomándome a ver esa estrechez que parece que se retuerce y desfonda tierra adentro y tras algún momento de duda sobre si realmente voy a caber ahí me lanzo a la aventura, aunque en seguida reculo para estudiar mejor el terreno. Para entrar hay dos alternativas: la roca tiene una abertura por arriba y otra más estrecha por abajo. Como pasar por la de arriba supone que me tengo que lanzar de cabeza y se me van a quedar los pies por encima de la cabeza y no veo que esa vaya a ser postura cómoda, y se me antoja que incluso antinatura, decido despojarme de arnés y todos los aparatos y me meto por la de abajo, bastante más estrecha, pero que mantiene la horizontalidad. Así, con un brazo por detrás y otro delante empujando los aparatos y agarrándonos donde podemos, avanzamos medio de costado deseando llegar al final de esos 5 metros que se supone que tiene la gatera. Cerca ya del final la gatera se ensancha y encuentro un sitio para volver a ponerme el arnés.
Estamos ya los tres juntos en la estrechez y Noe e Iván me cuentan que ellos han optado por la entrada de arriba. Noe incluso ha hecho la gatera sin quitarse el arnés y como nos recuerda para más mérito, empujando la saca. Ya se ve la cuerda instalada en fijo como seguro para acercarnos a la bajada de 7 metros que nos deja en la Sala G.E.G. El pasamanos está anclado a naturales y nos encontramos una cuerda de bajada que afortunadamente también se reasegura a algún natural, porque la chapa por la que bajas no da mucha seguridad al estar floja (a día 18 de abril de 2014, que es cuando bajamos).
Una vez abajo te das cuenta de que realmente merecen la pena unos minutos de penurias para llegar hasta ahí porque la sala es preciosa y muy rica que formaciones de todo tipo. Tiene de todo para pasar un buen rato disfrutando de pequeños rincones, detalles en las coladas, banderas, anchas columnas, estalactitas, estalagmitas, gours, incluso alguna excéntrica. Pequeños lagos de agua cristalina, suelos lisos que parecen haber sido pulidos, todo en muy buen estado y esperemos que siga así.
A la vuelta es Iván el que va en cabeza y, como suele pasar cuando haces por segunda vez una gatera, parece que ha ensanchado un poco. Ayuda también a avanzar el hecho de que casi todo el camino de vuelta se ve la luz al final del túnel, y esta vez no es una metáfora.
Una vez fuera, comienza la trepada por la cuerda, contentos y convencidos de que es una de las salas más bonitas que hemos visitado.
El vídeo resumen: