JORNADAS DE EXPLORACIÓN EN CANALES DE LA SIERRA (LA RIOJA) 2


                       MANOLI RODRÍGUEZ GARCÍA

El viernes 12 de noviembre Pepe, Guille, Álvaro, Eparco y una servidora nos desplazamos a Canales de la Sierra, un bonito pueblo de La Rioja. Eparco tiene allí una casa y nos invitó a pasar ese finde con la intención de topografiar Cuevacalera y explorar algunos agujeros y una surgencia de agua.

Durante la cena fuimos organizando la jornada del día siguiente y desempolvó de mi memoria las cenas “precueving” que hacíamos en todas las salidas a Cantabria y que la pandemia había dejado oxidadas en algún rincón de nuestros recuerdos… La cena, al calor de la chimenea y con la grata compañía de los amigos se convirtió en el mejor momento del día…

El sábado por la mañana, temprano, después de un buen desayuno, nos lanzamos al monte con dirección a Cuevacalera para realizar la topografía.

“To parriba”, sin tregua. Canales se iba perdiendo entre las montañas a medida que ascendíamos.

En algún momento deberíamos empezar a bajar, y efectivamente, empezamos a descender por una empinada ladera carente de senda alguna. Tras el descenso hubo que volver a subir, bajar, subir… por una cascajera de piedra suelta que finalmente y por una mini senda te lleva a la boca de la cueva.

La boca que nos conduce a su interior es una abertura de techo bajo que da acceso a una gran sala en la que te llama la atención una gran columna.

Una pequeña y escurridiza rampa que discurre entre dos pozos, te lleva a otra rampa ascendente. Epar y Guille se quedaron explorando uno de los pozos y los demás seguimos con la topo. Sin embargo, no fuimos muy lejos porque tras intentarlo tropecientas veces, la tablet no conseguía conectarse al Disto, y el móvil de Pepe se había quedado en la casa. Momento de bajón… Guille nos comentó que el pozo no tenía continuación y que era poco profundo. Decidimos continuar con la exploración de la cueva y volver a realizar la topografía con el móvil. Al final de la cavidad, como podéis apreciar en las fotos, se suceden una serie de gours que confieren a esa parte de la cueva una belleza singular.

A la vuelta, al llegar a una gran chimenea, decidimos intentar hacer una escalada para comprobar si tenía continuación. Guille se ofreció voluntario y para compensarle, Pepe y yo le hicimos un reportaje fotográfico. Unos agujeros y unos mosquetones fueron suficientes para ver que la chimenea no ofrecía ninguna posibilidad de continuación.

Así es que pusimos rumbo a la salida, no sin antes desviarnos para ver La Sacristía, una pequeña sala con muchas formaciones.

Ya en la salida, decidimos ir a ver “el hormiguero”, o sea, el pequeño agujero de la Sima de Picos. Por no variar, nos tocó de nuevo ascender por una empinada ladera siguiendo a Álvaro que se convirtió en pastor porque le dio por seguir las trochas que hacen las ovejas a su paso por la montaña. La verdad es que resultaba más cómodo que ir con los pies torcidos y con el cuerpo inclinado como la torre de Pisa. El problema es que cuando nos acomodábamos a la trocha, se subía a otra más arriba, y así íbamos trepando como por los pisos de una tarta de bodas…

Llegamos a la entrada de la Sima de Picos, un agujerillo tapado con piedras para que nadie se cuele. Comimos y después se hizo de nuevo uso del taladro, que para eso nos acompañó durante todo el día. Se colocaron unos spits antes de castigar a Guille a meterse en el agujero del que salió al poco rato porque tampoco había nada que rascar.

En este punto de la narración, os diré que os podéis relajar porque ya no metimos a Guille en ningún agujero más. Ese día le dio por hacer de topo, que no “por hacer la topo” jjjj, que era el objetivo del día.

Pepe decidió compensarnos con un chuletón tamaño XXL, regado con un buen vino. Momento “poscueving” estupendo y programación de actividades para el domingo.

El domingo temprano, de nuevo al monteeee. Fuimos con el coche por unas pistas muy bonitas entre hayedos y acebos. El colorido de las hojas ya secas de las hayas y de los frutos rojos de los acebos le daban al paisaje un colorido espectacular. Dejamos el coche en una explanada y descendimos por la empinada ladera hasta la boca de una torca que se abrió hace pocos años y protegida con una alambrada (Torca de Alto Campos). Sujetamos la cuerda a unos anclajes que hace un par de años dejaron preparados Eparco y Guille junto con otros compañeros del club, con la intención de volver y comprobar si la torca, en el fondo se había abierto. Sin embargo, tras descenderla, se comprobó que la grieta del fondo, lejos de limpiarse, se había taponado con barro. Queda pendiente para años venideros…

Después nos desplazamos al Nacedero de Valdelacanal al que se accede por una puerta construida con un viejo somier. En esta ocasión, Pepe se calzó el neopreno y se adentró con la cámara de fotos para grabarnos lo que veía. La pequeña galería por la que avanzaba acaba en una zona inundada  en la que la distancia entre el agua y el techo, apenas deja espacio para respirar; por lo que decidió dar la vuelta. Queda en suspense para otra ocasión…

Regreso al populus y comida para poner el broche de oro a este estupendo fin de semana.

Esta salida nos ha hecho revivir de nuevo los buenos momentos vividos con nuestros compañeros, algunos de ellos ya forman parte indiscutible  de nuestras vidas. Termino el reportaje, como siempre con mi firma, una frase inolvidable:

“Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quién tiene corazón”.


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2 ideas sobre “JORNADAS DE EXPLORACIÓN EN CANALES DE LA SIERRA (LA RIOJA)

  • José Antonio Serrano Garrido

    Un estupendo fin de semana, en el que nos han quedado incógnitas pendientes: terminar la topo de Cueva Calera (que si no hay problemas terminaremos este mismo año), y pasar el sifón de la surgencia, pero esto último tendrá que ser en verano.