El encuentro del Club Niphargus bajo el lema «50+4» ha sido una oportunidad única para reunir a un gran número de espeleólogos y barranquistas de toda España. Durante los cuatro días que ha durado el evento, hemos vivido momentos de exploración en impresionantes cavidades como la Torca de los Monteros, Covanegra y Fuentemolinos, así como en barrancos de belleza incomparable como el Ajan. Las actividades nos han permitido disfrutar de la naturaleza, la aventura y la camaradería entre amigos, tanto veteranos como nuevos, haciendo de este encuentro un evento inolvidable. El esfuerzo de los organizadores y la participación entusiasta de todos los asistentes ha garantizado que cada día estuviera lleno de emociones y descubrimientos.
El encuentro
En 2020, el Grupo Niphargus planeaba celebrar su 50 aniversario, pero la pandemia obligó a posponer el evento. Este año, bajo el lema «50+4», retomaron la organización, añadiendo nuevas actividades como barranquismo y adoptando tecnologías modernas para la gestión, como una web específica, reservas con códigos QR y rutas a través de Wikiloc. El evento acogió a 100 participantes alojados en Espinosa de los Monteros, con actividades durante tres días y pensión completa. Las actividades incluyeron espeleología, charlas, presentaciones y sorteos. El objetivo principal era dar a conocer las principales cavidades de la zona, crear sinergias entre los asistentes y fomentar el intercambio de conocimientos.
El día 12 de septiembre, Pedro, María y yo nos encontramos en el municipio de Venturada para dirigirnos juntos al evento. Allí nos reuniríamos con Carmen y José, quienes habían gestionado su propio transporte. Sin embargo, Chechu no pudo asistir debido a un contratiempo de última hora.
A las 18:00 partimos de Venturada, y para las 21:30 ya estábamos instalados en el fantástico albergue de Espinosa de los Monteros, reservado por los compañeros de Niphargus. Cenamos nada más llegar y, tras la comida, nos entregaron las llaves de la habitación. Los tres compartimos una habitación con literas junto a David, un nuevo miembro de Niphargus que no conocíamos y que nos acompañaría en algunas de las actividades.
A la mañana siguiente debíamos madrugar para nuestra visita a la Torca de los Monteros. María y yo decidimos irnos a la cama temprano, mientras que Pedro, fiel a su papel de relaciones públicas de Viana, prolongó la velada conversando con otros compañeros espeleólogos que habían llegado desde diferentes partes de España (Galicia, Cataluña, Valencia, Andalucía, etc.).
Día 13 de septiembre: Torca de los Monteros
Después del desayuno, David, Pedro, María y yo nos acomodamos en la furgoneta de Rodro, quien, junto con «Follonero», sería nuestro guía para la visita a la Torca de los Monteros. A las 11:30 ya estábamos entrando en la cueva.
Durante la exploración, tras una de las subidas, continuamos hacia el Pozo Amable. Rodeamos el P110 por la izquierda, siguiendo una cuerda fija que ya estaba instalada. Más adelante, a la izquierda, después de pasar una sala, llegamos finalmente al imponente Pozo Amable. Hicimos una breve pausa para comer y luego avanzamos, cruzando un desvío hacia otro Pozo de 110 metros que impresionaba por el sonido de las piedras al caer al fondo. Continuamos la ruta principal, comenzando un ascenso por una cuerda fija. Más adelante, seguimos unas flechas que nos indicaban el camino.
La entrada de la cueva era realmente espectacular. Descendimos por el cauce, pasando por una zona de caos de bloques marcada con reflectantes. Mientras seguíamos bajando, los pequeños pozos acompañados de agua creaban un entorno fascinante. Nos desviamos a la derecha hacia una zona muy bien señalizada, donde pasamos por algunas gateras sobre un suelo arenoso. Más adelante, subimos por otra cuerda fija con pasamanos, y al llegar a un desprendimiento, dejamos atrás el agua y continuamos hacia la izquierda por un pasaje algo estrecho, pero bien marcado. Llegamos a un pequeño balcón con vistas asombrosas y desde allí descendimos hacia otro pozo.
Todo el recorrido estaba acompañado por la instalación de Multiaventura, que comenzaba en la parte alta del «toro», un área que no habíamos mencionado previamente. Descendimos por una gran rampa que nos permitió evitar un derrumbe y dejaba el agua a un lado. Al avanzar, pasamos por una zona de pasamanos que nos llevó finalmente a las profundidades de la cavidad.
Aproximadamente a las 17:30 salimos de la cueva, no muy cansados, ya que nos lo tomamos con calma, lo que nos permitió disfrutar de la impresionante visita al Pozo Amable de 350 metros, una desviación del recorrido original.
Mientras nosotros explorábamos la Torca de los Monteros, otros compañeros de Viana, Carmen y Jose, realizaron una visita a la cueva de Covanegra. Según nos contó Carmen, la jornada comenzó con una mañana muy fría, lo que les hizo desear entrar rápidamente en la cueva para refugiarse del frío. Covanegra resultó ser una cueva impresionante que les encantó desde el primer momento.
La guía que les acompañó fue Viki, del grupo Niphargus, quien organizó todo de manera excelente. Se formaron rápidamente los equipos para comenzar el descenso, y el grupo no tuvo dificultades en ningún momento. Las estrecheces de la cueva las atravesaron sin complicaciones, y Carmen destacó que el paso por el «Paritorio» fue uno de los momentos más impactantes de la visita.
Al regresar hacia la entrada, ya había salido el sol, y Carmen nos contó que pudieron contemplar un rayo de luz entrando en la cueva, creando una imagen impresionante que fue el broche final perfecto para su experiencia.
Día 14 de septiembre: Cubada Grande
Aunque originalmente los cuatro planeábamos explorar la Cubada Grande, María y yo decidimos cambiar de planes al ver que el día era espectacular. Optamos por una ruta de senderismo al Picón Blanco, uno de los puertos de montaña por donde pasó la Vuelta Ciclista este año. Mientras tanto, Pedro y David siguieron con el plan original y se adentraron en Cubada.
Pedro me contó en detalle cómo fue su recorrido por Cubada Grande. La cabecera de la cueva cuenta con un punto de aseguramiento, dado que el paso es algo estrecho. Desde ahí, se desciende utilizando un desviador hasta otra cabecera, que incluye dos desviadores adicionales. Este descenso conduce al segundo tramo hasta el fondo, donde encontraron una rampa y una sala a la derecha.
Luego, avanzaron por un pasamanos con dos puntos de reunión, que los llevó al final del tramo. Rodearon la sala por la izquierda y accedieron a un pequeño desfondo que los condujo al meandro. En este punto, atravesaron una estrechez donde tuvieron que pasarse las bolsas de equipo. Después, descendieron un pequeño destrepe y un rápel de unos tres metros. Tras salir de esta zona, hicieron otro destrepe de dos o tres metros y un pasamanos que los llevó a una bifurcación. A la derecha de esta bifurcación, realizaron un nuevo rápel de cuatro o cinco metros que los condujo a la sala principal.
Desde allí, descendieron por un pozo dividido en dos partes: una rampa de 20 metros y otra de 30 metros. Pedro mencionó que esta área suele estar bastante húmeda, ya que el pozo de 20-30 metros siempre tiene agua, y el pozo de 50 metros puede estar regado dependiendo de la temporada. Para llegar al pozo de 50 metros, atravesaron un par de meandros que añadió un toque emocionante al recorrido.
A pesar de las advertencias sobre las lluvias recientes y los escurrimientos, Pedro y David disfrutaron mucho la actividad sin mayores contratiempos, gracias a que el agua ya había comenzado a cesar.
Por la tarde, asistimos a una interesante charla impartida por una coordinadora de los centros de emergencias de Castilla y León. Durante la cena de esa noche, Carmen nos contó su experiencia en Fuentemolinos. «Madrugamos y fuimos pronto para visitar la cueva de Fuentemolinos. ¡Es una auténtica maravilla!», nos dijo con entusiasmo. «Tuvimos la suerte de recorrer sus tres niveles, y fue muy divertido ir avanzando por la cueva y subiendo de planta en planta. La gatera por la que entramos fue un reto, pero muy entretenida, aunque acabamos cubiertos de arena», comentó entre risas. «Nuestra guía, Natalia, fue fantástica. Nos dejó unas botas de jardinero que nos vinieron de maravilla, y se aseguró de que disfrutáramos al máximo la visita. Fue una experiencia inolvidable gracias a ella.»
Después de la cena, los compañeros de Niphargus organizaron una rifa en la que hubo premios para todos. Carmen fue la más afortunada, ganando una saca. Nosotros tampoco nos quedamos atrás: José se llevó una camiseta y los demás, unas tazas.
Uno de los momentos más memorables de la noche fue el «duelo» de futbolín entre María y yo contra David y Pedro. El enfrentamiento terminó con nosotros de rodillas, pasando por debajo del futbolín tras perder por muerte súbita en el quinto y decisivo partido, que estaba empatado a dos. Después de un rato de baile y charla, nos retiramos a descansar, ya que al día siguiente tocaba madrugar para recoger y emprender el camino de regreso, con una visita previa a la cueva de Fuentemolinos.
Día 15 de septiembre: Fuentemolinos
Para llegar a la cueva de Fuentemolinos, nos dirigimos al municipio de Puras de Villafranca. Según Natalia, nuestra guía, el nombre del lugar se debe a la calidad de sus aguas. Dejamos los coches a escasos metros de la cueva, a la que se accede a través de una pequeña gatera formada por un antiguo sumidero. Seguimos el curso activo de la cueva hacia arriba, hasta llegar a una rampa que nos permitió acceder a los pisos superiores. Allí, recorrimos galerías fósiles con formaciones únicas en el mundo. Natalia nos contó que ha acompañado a fotógrafos de todas partes, quienes coinciden en que no existe otro lugar en el mundo con formaciones como las de Fuentemolinos, sobre conglomerados.
Por otro lado, Carmen y Jose se fueron a realizar barrancos y acabaron en el Ajan, ya que no pudieron hacer el Jara II, que era el plan original, debido a la sobrecarga de actividades del guía. Fer, del grupo Niphargus, los acompañó en la aventura. Conociendo el barranco a la perfección, les hizo pasar un rato estupendo.
El paisaje les resultó impresionante, como si estuvieran en plena selva. El barranco era precioso, con vistas espectaculares a las cascadas y un entorno natural que los dejó maravillados. Aunque el frío se hizo sentir, las vistas de este entorno único lo compensaron con creces.
Agradecimientos
Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos los compañeros organizadores del Club Niphargus, cuyo esfuerzo y dedicación hicieron posible que este encuentro fuera todo un éxito. Especialmente, queremos agradecer a quienes ya conocíamos de otros encuentros y que volvimos a ver con mucho cariño: Natalia, Chema, Cris, Christian, Lorena (Mari Carmen), Charli, Mar e Ismael. También queremos dar las gracias a aquellos que hemos tenido la suerte de conocer en esta ocasión: David (Camilo), Rodro, Susana y Follonero.
Para todos los demás que también participaron, pero cuyos nombres no recordamos en este momento, les hacemos llegar igualmente nuestro enorme agradecimiento por su gran trabajo y el esfuerzo invertido para que todo saliera perfecto.
Qué pasada de resumen!!! Nos vais a poner colorados con tan buenos comentarios.
Agradecemos que valoréis el esfuerzo, ganas e ilusión que hemos puesto los 30 colaboradores del grupo, para que esto saliera lo mejor posible.
Con el encuentro buscábamos justo lo que habéis expresado y por eso agradecer vuestras ganas de disfrutarlo.
Sabéis que tenéis en Niphargus un montón de compañer@s para compartir cuevas, exploraciones, charlas, risas y alguna que otra cerveza.🍺
Como me dijo Pedro durante el encuentro. “El año que viene hay que organizar otro” .. Ya podéis coger el relevo que contaréis con un montón de Niphargusinos para participar.😜
Muchísimas gracias!!☺️
Hola. Me ha gustado mucho leer vuestra Crónica del Encuentro. Nos alegramos de que hayaís disfrutado en él, esa era nuestra intención. Esperando veros en próximas veces, recibid un abrazo de otro niphargusino. Mariano