Cueva de los Chorros (Sector I)


                                                              Manoli Rodríguez

Álvaro y yo nos desplazamos el viernes a Riópar (Albacete) para asistir al XII encuentro de Espeleología de Castilla- La Mancha que se celebraba ese finde.

El cuartel general se estableció en el campamento de San Juan, un emplazamiento estupendo para albergar a todos los participantes en el evento. Como no habíamos realizado nunca esa cueva, cuando llegamos nos inscribimos para recorrer el Sector I, ya que nuestra intención era realizar esa parte de la cavidad junto con Jorge, Patri, Javier Yélamos, Fernando y su hermano Alberto. Poco a poco fueron llegando casi todos los participantes, y entre ellos nos encontramos muchas caras conocidas. Como siempre, fue muy grato reencontrarte con tantos conocidos y amigos de este loco mundo de la espéleo.

Con tanta charla se nos iba la tarde sin darnos apenas cuenta y seguimos la animada jornada cenando mientras organizábamos la salida del día siguiente. Allí conocimos a los buzos que por primera vez iban a realizar la hazaña de hacer la integral completa buceando todos los sifones del sistema.

Quedamos con Javier, Fernando y Alberto a las 8:15 en el campamento y nos dirigimos hacia el aparcamiento para recoger a Patri y a Jorge. Una vez todos juntos y con el material ya organizado comenzamos el ascenso por la ladera hacia la boca de Los Chorros. Según subíamos el paisaje y las vistas eran cada vez más espectaculares. Paramos en un saliente que hace las veces de mirador y desde allí pudimos admirar la cascada y el entorno que rodea la cueva. ¡Qué maravilla!

Una vez en la espectacular boca, nos pusimos los neoprenos y con el ansia que nos caracteriza a todos cuando comenzamos una nueva aventura, nos adentramos en su interior.

A los pocos minutos ya disfrutamos de la primera de las innumerables sorpresas que nos regalaría Los Chorros: la Cascada Rosa.

Después de una corta trepada y del pasamanos, recorrimos el meandro sorteado de partes inundadas. Su recorrido se nos hizo muy ameno porque era muy divertido y espectacular. Era increíble ver las paredes decoradas con “golpes de gubia” que asemejaban la piel de un reptil. Entre la animada conversación y las bromas, llegamos al Lago Verde y nadamos entre sus cristalinas aguas. Íbamos disfrutando del espectáculo, contemplando los bordes blancos de calcita que rodeaban el lago, dándole la apariencia de un jacuzzi gigante. Luego llegamos a la zona de los goures, blancos y relucientes y sus transparentes aguas…

Por más que os cuente, no os podéis imaginar la belleza que encierra esta cueva. Al poco rato ya estábamos en el Lago Negro que era el final de nuestro recorrido. Allí estuvimos un rato haciendo el ganso saltando y remojándonos en el agua. Comimos algo y emprendimos el camino de vuelta. La verdad que se nos hizo corto…

Acabamos contentos, con esa sensación de algunas otras veces de ser “los elegidos para la gloria” por haber visto maravillas restringidas al resto de los mortales.

 Por la tarde volvimos a encontrarnos con los amigos y disfrutamos de la generosa cena que nos habían preparado. La jornada se alargó bastante a la espera de los buzos y de los compañeros que faltaban.

El fin de semana nos dejó a todos una grata sensación de compartir aventuras y experiencias, como siempre que nos reunimos.

“Una vez que has viajado al interior de la Tierra, la travesía nunca termina, sino que es recreada una y otra vez a partir de los amigos y de los recuerdos. La mente nunca puede desprenderse del viaje”.

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