Como bien dice Pepe en su anterior artículo, la última de Agosto es la semana de los grandes “planes Viana”.
Mientras nuestros compañeros se adentran en la Torca de Juanín, nosotros nos disponemos a realizar la travesía Acebo-Rubicera. No es una decisión de última hora motivada por la mediática noticia del rescate en esta cavidad; los permisos estaban solicitados desde hacía varias semanas. Desde que vimos la “topo” nos llamó mucho la atención, e intuíamos que se trataba de una travesía dura … intuición en la que nos reafirmamos en el momento en que se produce la noticia sobre la búsqueda de los cuatro componentes de Espeleominas perdidos durante varios días en la misma travesía que haríamos nosotros días después.
Reconozco que tuve mis dudas sobre la posibilidad de dejarlo para otra ocasión en la que tuviésemos más información sobre la travesía, “a ver si la liamos y tenemos otra vez montado el “circo”, tan solo dos semanas después…” ¡Pero qué estoy diciendo, si estos no dan marcha atrás ni para aparcar!
Siguiendo con los planes previstos, salimos el viernes por la tarde para Ramales: Dani, Azahara y yo (Alicia). En el albergue nos esperaba Guille (durmiendo como un lirón estaba cuando llegamos a eso de la 1 de la madrugada).
El sábado sin madrugar mucho, nos fuimos a comprar los estupendos macarrones que nos darían la vida cuando saliésemos de la travesía. Total, que entre “pitos y flautas” nos dan las 11 de la mañana y “¡vámonos! que no llegamos”.
Dejamos un coche en el parking de Rubicera (bueno … un poco más allá, que así andaremos menos) y nos vamos con el otro coche a la plataforma de Entremazos, esta es la mejor opción de aproximación.
Poco antes de llegar a la plataforma sale a mano izquierda un camino ascendente que se dirige a unas cabañas (con un todoterreno se puede llegar a ellas) y aquí comienza nuestro “pateo” … no sin antes volver al pueblo a comprar unos mecheros (dieron por hecho que yo llevaba, pero decidí declarar el día de “la cueva sin humo” y no cogí ni tabaco ni mechero … ¡Para un día que decido dejar de fumar y me lo echan en cara! … así no se puede)
Bordeamos el vallado y atravesamos varias praderas bajo la atenta mirada de las vacas.
A medida que cogemos altura el paisaje nos regala unas maravillosas vistas del valle de Soba.
¡Todo muy bonito! … pero como todo plan Viana tiene su “huerto”, aquí nos llegó el nuestro. Por un error de datum el GPS nos llevó por un lapiaz con sus trepadas incluidas.
Bueno vale … será que vamos en linea recta, el punto marcado por el GPS nos deja en una rampa herbosa destrepable, como dice la descripción de AER.
¿Vamos bien, no? … pues no, vuelve a subir la rampa que por aquí no hay pozo. Después de dar unas cuantas vueltas nos damos cuenta del error, metemos el datum correcto y ahí está la boca.
Hemos perdido más de dos horas buscando la sima y son las cuatro de la tarde. Comemos algo, nos equipamos y rápidos a por el primer rápel.
Este primer rápel se encadena con el siguiente que nos deja ya en el pasamanos de aproximación a la cabecera del siguiente P30.
Otro P13 y llegamos al Embudo, donde algún previsor había dado espuma de poliuretano a las últimas piedras del embudo con el fin de que no se desprendieran.
Sincronizamos nuestra bajada para evitar cualquier incidente y nos juntamos todos en la parte alta de la base del P26.
Seguimos con el P9 al que se accede por una ventana a la derecha.
Encontramos el meandro desfondado equipado con un pasamanos para llegar a la cabecera del pozo-rampa, aquí nos encontramos con la primera estrechez.
Bajamos otro par de pozos y de nuevo otro meandro desfondado nos permite llegar al ultimo P14 antes de llegar a la Sala.
Este ultimo rápel en volado, es especialmente bonito, pues entras en la sala por su bóveda y oyes el sonido del arroyo, que aparece justo en el punto en el que caes.
Se agradece dejar de sentir el aire frío que nos ha acompañado prácticamente durante toda la bajada.
Hemos invertido 3 horas en llegar hasta la sala.
Cruzamos el arroyo y nos dirigimos por la derecha a la parte alta de la sala.
Comienza el “festival” de formaciones y allá en el lado opuesto de la sala una inmensa oscuridad delata los dos grandes abismos de más de 200 m. de profundidad y 60 de diámetro; no nos podemos acercar mucho, pues el suelo que los rodea está formado por piedra suelta, pero hay quienes no se resisten a lanzar una piedra y … esperar el estruendo.
Al final de la sala una cuerda ascendente de 7 m. Nos sitúa en la Galería Fuente Fría, y ¡vaya que es fría! Pretendíamos comer algo, pero con este airecito mejor lo dejamos para más adelante.
Esta cómoda pero fría galería termina pronto en una ventana a ras de suelo con un pasamanos de aproximación a la cabecera del ancho P10.
Continuamos por la Galería del Clotoris, más o menos cómoda hasta llegar a la gatera del Paso del Clotoris, es una gatera amable y se pasa con facilidad.
Los pasos se suceden con rapidez en esta primera parte de la sima y enseguida estamos en la base del Pozo del Espeleolirón, aún no hemos parado a comer por esa corriente de aire que hace que no te quieras parar. Guille viene tocado por su “trancazo”, a Dani le va a “estallar la cabeza”, Azahara y yo más de lo mismo.
Tenemos que parar sí o sí a comer esos bocatas de jamón y una vez el estomago lleno, saco mis pastillas “mágicas” (paracetamol+codeina) … una para cada uno ¡y a correr!
Llevamos ya 5 horas de travesía.
Ahora estamos en la Galería AER, el arroyo corre por el fondo de la galería formando una capa de colada blanca tremendamente resbaladiza; de hecho todos acabamos dando con nuestros huesos en el suelo en una u otra ocasión.
A esto hay que sumar la cantidad de gours que hay que librar con la ayuda de cuerdas fijas en las que lo resbaladizo del terreno le da un extra de emoción. Pero lo cierto es que tanto las coladas blancas como los gours de aguas cristalinas le dan un belleza singular a esta larga galería.
Tras una curva, la galería termina súbitamente en un P5 por el que desaparece el río, tenemos que abandonar su curso haciendo un péndulo hasta el lado opuesto del pozo.
Hasta aquí 7 horas de travesía.
Seguimos por una galería fósil hasta un tobogán de colada…muy divertido!
De nuevo encontramos un aporte, pero rápido se sume entre bloques y caminamos sobre una sala de suelo arenoso … el Vivac.
Continuamos por la Galería de los Mineros Borrachos y allí donde parece que se cierra se encuentra a ras del suelo y a la derecha, el Laminador Anoréxico, la verdad es que es muy estrecho, pero corto.
Volvemos a encontrarnos con el río y de nuevo esquivamos el agua a base de oposición, “es como Mata Asnos” dice Azahara … sí, pero más grande.
Llega un momento que el río se sume por un agujero (no quiero ni pensar cómo serán esos meandros del curso activo) pero nosotros lo abandonamos por una gatera de arena para continuar por un meandro de paredes labradas, que después se abre cómodamente, es la Galería de la Gubia.
Bajamos el Pozo de los Morlocks y de nuevo nos adentramos en otro meandro un tanto retorcido que se va estrechando hasta empotrarte contra la pared, y es ahí donde encontramos las cuerdas fijas ascendentes, para continuar por la parte alta del meandro a través de unos pasamanos.
Acaba el meandro, estamos en el gran Pozo del Capitán Vinazo.
Un nuevo meandro (y ya no sé cuántos meandros llevamos…) nos deja en la Playa.
Ahora llevamos 10 horas de travesía. Aquí paramos a tomar un caldo calentito, gran idea de Guille, que comenzó a sacar todos los trastos para su preparación. Nos supo a gloria meter algo caliente al cuerpo.
En este lugar fue donde los compañeros de Espeleominas estuvieron tres días esperando a los equipos de rescate … para un rato está bien, pero la arena estaba mojada por la cercanía del río, el techo bajo no te permitía ponerte de pie y hacía fresquito. Se les tuvo que hacer eterna la espera.
De la playa se sale por su derecha arrastrándote como un gusano y ya sin arena. El problema es que la salida apenas se ve en dirección de ida, nosotros nos la pasamos y fue al volver cuando la localizamos. Estaba nada mas rodear un pocete a la derecha.
Tras una trepada, un meandro estrecho de paredes amables nos deja sobre la cuerda de 7 mts, que nos lleva al laminador en el que se encuentra el ya famoso Paso de los Bufidos.
Justo antes de comenzar el laminador recogimos las dos sacas dejadas por los de Espeleominas, con intención de sacárselas por Rubicera …¡Qué ilusos!
Comprimimos una saca dentro de otra y así nos quedó una sola “mega-saca”.
Y así nos presentamos en el Paso de los Bufidos, cuatro para cinco sacas. El paso no es solo que sea estrecho, que lo es, pero además no es amable sino puñetero, con el suelo de piedra suelta que se te clava por todas partes y te atasca la saca. Véase la cara de Dani.
A continuación un pasamanos y un P15 con cuerda fija te aseguran que vas en el camino correcto para tomar de nuevo el curso activo en la Galería del Cardin … no tengo palabras para describir esta galería, bueno sí que las tengo, pero si las pongo seguro que Pepe me las censura, así que intentare describirla sin “tacos”.
Íbamos muy animados pensando que sólo quedaba el laminador para conectar con las galerías de Rubicera, “Son sólo 300 m. … no puede ser tan malo”, y en un principio no lo es, al fondo corre el arroyo, pero el laminador nos permite avanzar sentados y poco después tumbados dignamente (esto quiere decir que puedes levantar la cabeza y girarla) por su parte alta, por la que discurre una fina lámina de agua que poco a poco te va mojando … pero es asumible.
Poco a poco esta zona alta del laminador va bajando su techo y te obliga a ir bajando hacia el cauce del arroyo, con el consecuente aumento de agua para tu cuerpo. Llega un momento que la única opción es meterte de lleno en el río, pero lo peor es que el suelo hace un escalón bajo el cual se forma una lagunilla (no olvidemos que vamos tumbados) y más allá, hasta donde alcanza nuestra vista, el laminador se cierra cada vez más. “ ¿Por ahí? … no puede ser, ¡es surrealista!”.
Hemos avanzado más de 100 m. seguro y según AER después de los primeros 100 m. el laminador se hace mas amplio … ¡no más estrecho!
Reunión de pastores: “Tiene que haber un paso alternativo”… “¿Nos habremos equivocado de galería?”… “¿Retrocedemos hasta la base del P15 y volvemos a empezar?… ¡Ni de coña, remontamos el laminador! mejor uno de nosotros se “inmola” e intenta avanzar por el micro-laminador, a ver si finalmente abre.
Guille se ofrece voluntario a cambio de dejarnos su saca, por si tiene que dar marcha atrás, le oímos resoplar y unos interminables minutos después nos da una voz en la lejanía…”¡Es por aquí!”
Ahora se nos plantea un problema, llegar hasta Guille arrastrando las cinco sacas con nosotros. Azahara se lleva una y el resto las unimos con mosquetones, de manera que yo voy tirando de la primera y Dani va empujando la última, a modo de trenecito.
En el escalón del río el agua te pasa por encima de los hombros y pasar las zonas mas estrechas con el trenecito nos “costó la vida”. Tanto es así, que cuando por fin llegamos junto a Guille en un rincón más amplio … lo sentimos por los compañeros madrileños, pero decidimos que no podíamos seguir llevando sus sacas, cuatro personas para seis sacas (o cuatro sacas y una mega-saca) suponen un lastre demasiado grande para seguir avanzando por un laminador que parece no tener fin.
Poco a poco el laminador va subiendo altura y llega a dejar que te puedas sentar y avances así durante un buen rato, es un alivio, pero entre nosotros se ha instalado un tenso silencio, nadie abre la boca, pero todos llevamos un mismo pensamiento: “Llevamos ya muchísimo más de los 300 m. que dice la descripción … mira que si nos hemos pasado la salida y tenemos que remontar esta tortura”.
Todos íbamos mirando hacia arriba buscando el dichoso reflectante que nos marcaría la salida. Por fin se rompe el silencio para oír a Dani, “aquí está, no es un reflectante sino un papel blanco, pero este es el meandro de la salida”… en ese momento todos nos confesamos nuestros pensamientos anteriores, “¡Maldito Cardin y sus 300 empapados metros!”
Llevamos ya 13 horas de travesía, y ¡ahora si! conectamos con Rubicera, concrétamente estamos en la Galería de las Muelas (como bien nos informo Raúl Redondo de Geologicas) y avanzamos despacio entre aristas y pasos complicados remontando esta galería.
Entre las muelas de esta galería, al final, encontramos la tartera con el libro, anotamos nuestra llegada y la dirección que tomaríamos, y ya de paso “cotilleamos” las notas, están las últimas anotaciones del GREIM y de los espeleólogos relativas al rescate. Llevamos 15 horas de travesía.
Tras una trepada y un giro a la izquierda accedemos a la Galería del Chocolate y más tarde en otra trepada marcada con un reflectante, cogemos la Galería de la Plancha, ambas ya nos son conocidas.
Llegados al P30 (Pozo del Chocolate) las esperas para subir nos hacen pegar tiritones y hasta alguno se quedó dormido … Yo, aprovechando la espera decidí cambiar mis empapadas mallas por unas secas, poco a poco se fueron humedeciendo al ponerme de nuevo el mono encima, pero al menos mi calidad de vida mejoró y dejé de hacer “la moto” con las piernas por los tiritones … ¡Vámonos! que ya nos queda poco.
Atravesamos el segundo nivel laberíntico y tuvimos nuestras dudas… es Rubicera, pero del revés. Afortunadamente, cuando no era uno, era otro el que reconocía un paso, una galería o una sala.
Por fin, llegamos al Paso de la Licuadora … ¡Su padre! bajar, se baja bien, pero hacia arriba es otro cantar (supongo que también tendría algo que ver el cansancio acumulado).
Salvado el ultimo escollo, ya solo queda el “paseo” por la gran galería de Rubicera para salir al exterior 20 horas después de entrar por Acebo y se acabó.
Mentira, aún tienes que trepar las canales de los collados y volver al coche que está a “tomar por saco”. Menos mal que en el pórtico de Rubicera había un grupo que se disponía a entrar para dar una vuelta por la cueva y tenían una cuerda montada en la primera canal.
Después de charlar un rato con ellos, amablemente nos hicieron la foto “fin” y nos despedimos.
Al volver al coche, nos tiramos en una pradera como las fichas de dominó, uno tras otro; y ¿quién se mueve ahora?… “Hay que recoger y llamar por teléfono para decir que hemos salido”… “Que sí, que ya voy”… nadie se mueve. ¡Lo que hace estar 30 horas sin dormir!
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Que gran aventura debió ser!